lunes, 8 de febrero de 2010

un instante

Dos miradas. El mismo silencio.
Sujetando una taza de café con mis dedos amarillentos, con aroma a tabaco.
El café suave con dos terrones de tu azucar. Mirándote, enamorándome de ti.
Tú acariciabas un vaso y mirabas afuera. Tu mirada era tan penetrante que tus ojos traspasaron la ventana y se mojaban en la calle, con la lluvia. Tu dedo entre tus labios, estabas pensativa.
Mi beso implorando ser tu dedo.
El ruido típico de un bar, de fondo, a veces molesto y a veces tan sereno. Hubiera parado el mundo allí mismo, mi imaginación empezó a caminar sin límite establecido. Te miré durante tanto tiempo que mis ojos cogieron tu forma. Tu copa terminó.
Cambié mi Café por soledad y vino, cuando te fuiste del bar.
Cuando la puerta se cerró y la lluvia te escondía.

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